Sentía tanto, tanto, tanto, tantísimo amor que el corazón
se le henchía en el pecho hasta doler. Es que le crujía y todo.
Y, debido a ese amor vastísimo y desgarrador, hizo algo
heroico, casi sobrenatural: no hizo unas cuantas cosas.
-No apabulló a los demás en las redes sociales con miles
de fotos de sus seres queridos, muchas de ellas repetidas, con o sin pegatinas
de corazones, estrellitas y ailovius. El más difícil todavía: en las fotos de
sus perfiles salía sin nadie pegado en plan siamés.
-No propagó mensajes cada dos por tres diciendo cosas
como “kuanto te kierooooooo mi cositaaAAAAAAAAAAaaaa!!!!”o “no puedo kererte +
de lo que te quierooooooooo pk es imposibleeeeee” acompañados de las fotos repetitivas
que no había publicado.
Sus sentimientos eran tan puros que puso especial
énfasis en no repetir decenas de veces la misma vocal o la letra k.
-Es más, tampoco declaró públicamente que sus seres queridos
fueran de su propiedad, como muebles valiosos, ni que “mi sangre corre por tus
venas, mi amorrrrrrrr” o “ni la muerte podrá separarnos…….. !!!!!JAMÁS!!!!!”.
-Se negó a aumentar el tono gore y repetir hasta el
hartazgo: “me muero x ti y moririririria miles de veces +”, “como te toke alguien
lo cuelgooo que lo sepaaaaaa” o “si les pika la envidia que se rasken,
neneeeeeeeee, que te comoooo”, evitando así huídas en masa por terror ante pantallas de dispositivos.
-Y lo más importante: respiró hondamente, sonrió con
inmenso agradecimiento a la vida y se ciñó sencillamente a tratar bien, de
verdad, a sus seres queridos y a dejar de subir cosas chorras a las redes
sociales.