miércoles, 27 de mayo de 2015

Lizania por todas partes, Acracia es el mundo


Existe un mamífero barbudo, que camina por Barcelona, que es su tierra porque su tierra está en cualquier lugar que existan las personas curvas, sin darle la espalda ni siquiera a las personas rectas.

Camina con el corazón por los aires y crea versos y los versos le crean a él y a los demás: los que se los creen, los que no y los que se crean con ellos.

Camina por los márgenes y se hace llamar el antiseñor. ¡Y recita! ¡Recita en alto desde abajo, desde arriba, desde el suelo, desde donde le da la gana! ¡Qué poca vergüenza!

Recita, constante y potente, en todos los momentos porque todos los momentos son y además son necesarios.

Sus versos no perduran inmóviles porque no paran, juegan y jugamos con ellos.

Sus versos, que son él mismo, nos liberan sin querer porque no nos liberan: nos consciencian de que somos libres, de que somos iguales, de que vivimos, de que vive.