domingo, 23 de abril de 2017

10 cosas que mi perra me enseñó







Todo el mundo cree que su perro es el mejor y todo el mundo tiene razón en eso, así que voy a dejar algo claro: mi perra no era la mejor. Se llamaba Hipo y ella era La Mejor, así, con mayúsculas. Nada más que discutir.

En tono peyorativo, se suele decir que alguien es “famoso en su barrio” y mi perra lo era. Hipo tenía más vida social que muchos humanos. Los niños la adoraban, los adultos la saludaban desde lejos y era amiga de cánidos, felinos, incluso de aves.

Disney hubiera rodado una gran película sobre ella. Hubiera sido la primera princesa Disney que se rascara la oreja con la pata trasera.

Podría escribir líneas y líneas sobre Hipo, y es probable que lo haga. Sin embargo, hoy quiero listar 10 cosas que me enseñó estar a su lado durante casi quince años. Sólo escribo 10 porque podrían ser diez mil.

1- Vive el momento. Ese premio tan rico no te va a esperar eternamente

2- Ama sin medida. Regala cariño y besos a quien tú quieras. Te hará tan feliz que olvidarás las posibles consecuencias negativas

3- Duerme la siesta siempre que puedas

4- Casi siempre es buena idea salir a la calle a pasear excepto si el punto 3 se interpone en tu camino

5- Disfruta de todo, curiosea las cosas que dabas por sentadas y las que no, también. La vida es tu parque de atracciones, por si aún no lo sabías

6- Juega, juega y juega. Y, si te aburres, juega un poco más

7- Si te cabreas, gruñe. Exprésate. Así seguro que no morderás a nadie

8- Si te caes, levántate. Aunque creas que no puedes, aunque te digan que no puedes, levántate


9- No te agobies por el futuro. Aún no ha llegado ni lo hará nunca

10- Sé maravillosa para llegar a ser inolvidable


Un abrazo a todos aquellos que tenéis o habéis tenido al Mejor Perro del Mundo. Sabéis quiénes sois y de qué os estoy hablando.

lunes, 7 de marzo de 2016

¿"Hola, hola" o "lo siento, lo siento"?


Hace dos años y un día que vivo sin él.

Lo cierto es que sólo hace poco más de cuatro meses que no lo he vuelto a ver.

Eso, para un blog, es mucho tiempo y para mí es un engorro porque no me gustan nada esos posts de:

"Siento mucho haber abandonado el blog tanto tiempo pero a partir de ahora seré constante."

Normalmente poniendo cara mona de "ostras, espero que me perdonen".

"Por fin he vuelto", dicen.
Como si les esperaran hordas de fans desesperados.

"¡Qué bien! Has retomado tu blog. Mi vida no tenía sentido. Me pillas a punto de mudarme de país para ir en busca de mi destino. Ahora que has vuelto, mi existencia vuelve a ser feliz."

Pues no.

Me gusta este blog y quiero escribir más en él. Eso es todo.
Mentira. También quiero que me lean.

No está mal para ser lunes, ¿verdad?

jueves, 5 de noviembre de 2015

Can Llong, el Brooklyn de Sabadell


Si Sabadell fuera Nueva York...

Empiezo otra vez. Ahora, sin reírme.

Si Sabadell fuera Nueva York, el barrio donde vivo, Can Llong, sería su Brooklyn.

Brooklyn es el distrito más poblado de Nueva York. Por el contrario, Can Llong tiene un montón de pisos vacíos. Sin embargo, al igual que Brooklyn, es el lugar donde las personas vienen a criar a sus hijos.

Aquí no existe nada parecido al maravilloso puente de Brooklyn, sólo hay un humilde puentecito que cruza la riera entre Can Llong y La Roureda pero tiene su encanto.

Lo importante es que los neoyorquinos van a Brooklyn a reproducirse y en Sabadell pasa lo mismo con Can Llong.

Can Llong es un barrio abierto, poblado de parques y bosquecillos. Como Brooklyn.

Y ya está. Hasta aquí el parecido.

Can Llong se identifica en que aún no se ha construído su propia identidad. Está poco habitado aunque tiene islas de edificios apiñadas en medio de solares extensos. Es la llamada "paradoja de Can Llong".
 
En este barrio todo está a medio hacer y eso es bueno.

En Can Llong tenemos nuestro propio kit estándar familar que consta de:

-Pareja heterosexual
-Bebé en carrito
-Perro de raza pequeño, chato y sandunguero (antes había más carlinos pero ahora predomina el bulldog francés)

Deberíamos erguir una estatua con estos tres elementos juntos en alguna de las rotondas mal llamadas plazas que tenemos aquí.

La verdad es que me encanta mi barrio. Es una zona urbana en la naturaleza y puedes abrir los brazos en cualquier calle por la que pasees.

Otro día hablaré sobre la Torre de l'Aigua, nuestra Estatua de la Libertad.

En serio, no pienso hacer eso.

martes, 20 de octubre de 2015

8 razones para amar a Miley Cyrus


Es automático: pronuncias las palabras "Miley Cyrus" y la mayoría te hace una mueca aún más terrible que las de la aludida.

Me pregunté por qué este personaje provoca tanto rechazo y la única respuesta que obtuve es: ni idea.

¿Qué tiene esta chica que incluso repugna a según quién? No lo sé porque el tema de la higiene parece llevarlo bastante bien. Entonces, ¿qué pasa? ¿Quizá es por sus actuaciones sobre el escenario, como la de los VMA del 2013?

"Uf, qué mal gusto. Qué horror, con esa lengua siempre fuera. Qué asco."

¿Estoy leyendo pensamientos? No, estos comentarios son los que he escuchado sobre esta cantante una y otra vez. Con esas sentencias empiezo la lista con los ocho motivos por los que me encanta Miley Cyrus.

1-Utiliza el mal gusto de manera consciente
En un mundo donde parece que las cantantes y las actrices deben adornar portadas y pantallas antes que cantar o actuar, Miley disgusta a los que tienen ese horrendo patrón en la cabeza.

Gamberrea, se niega a ser un objeto sexual. Se exhibe porque le apetece. Hace lo que le da la gana, en definitiva. Y, al que no le guste, que no mire. Sólo por eso ya se merece todo mi respeto.

2-Es un ejemplo de confianza en una misma
¿Miley es guapa? ¿Miley es fea? ¿Qué más da eso cuando ella se muestra como quiere y cuando quiere? Es dueña de su propio cuerpo. Al contrario de lo que se pueda pensar, no posa sin ropa para satisfacer las fantasías de los demás. Si fuera así, no se hablaría de "polémica" o "controversia" cuando lo hace.

¿Cuántas adolescentes, cuántas mujeres viven y mueren por un ideal de belleza estúpido e insano? Muchas, porque eso es lo habitual, lo normal. Miley no muestra ningún respeto a la objetivización de la mujer y por eso disgusta tanto y es "polémica". Mantiene una actitud que, al contrario de lo que piensan muchos, beneficia la autoestima de muchas chicas.

3-Es inteligente
El anterior punto nos lleva a este otro. ¿Qué es lo que convierte a Miley Cyrus en una figura polémica? Su inteligencia, el hecho de ser una súper estrella desde bien pequeña y no haberse convertido en una cretina pagada de sí misma o, peor aún, un juguete roto. Es abierta de mente, se declara pansexual y no va por ahí crticando a compañeros de profesión, sino que colabora con ellos. Todo esto con sólo 22 años.

4-Canta bien
Éste debería haber sido el motivo número uno porque se trata de una cantante. Por desgracia, lo que más se conoce de Miley Cyrus no es su talento, sino lo que hace o dice fuera del escenario. Es cantante y además canta muy bien.

5-No es esclava de su pasado
Sus fans echan de menos a Hannah Montana, a la "Miley del pasado". ¿Hannah Montana? ¿Dónde está? Miley Cyrus lo confirma: Hanna Montana está muerta, "fue asesinada".

6-Tiene conciencia social
Se declara abiertamente feminista y realiza acciones reales por los derechos LGTB. Su fundación Happy Hippies trabaja para ayudar a los jóvenes LGTB que no tienen casa.

7-Adora a los animales
Es vegana, critica actos de crueldad animal como la matanza contra los lobos. Ama a sus perros, a sus gallinas y a su cerdo.

8-Es divertida
Tiene sentido del humor y lo explota. Sólo hay que echar un vistazo a su Instagram.

Los años no borrarán a Miley Cyrus. Será recordada como talentosa e irreverente. O quizás no, estas cosas nunca se saben.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Sabadell no tiene mala pell


Un estudio avalado por la universidad de Onionpower, en Whatever (FYI) lo ha demostrado: los sabadellenses no tienen "mala pell" (mala piel, en castellano).

Como yo soy de Sabadell, me he inventado el estudio y la universidad pero en lo importante no miento: el dicho popular "Sabadell, mala pell" no tiene aplicación en la realidad.

Lo de que tenemos "mala pell" viene de un papa cristiano que nos la juró a los de Sabadell y a los de Terrassa (Terrassa, mala raça). Creíamos que los de Sabadell y los de Terrassa nos insultábamos solitos mutuamente y no: fue la iglesia. Hay más versiones sobre los dichos pero, como creo en la paz entre los pueblos, me quedo con ésta.

¿Qué es una buena piel? Una piel fuerte, tensa. ¡Ésa es la piel que tenemos los sabadellenses! Podemos presumir de ser unos seres con la piel muy, muy dura porque, a pesar de ser de la ciudad que vio nacer a Sergio Dalma, Dani Pedrosa, Albert Pla y David Meca (sí, he puesto a los cuatro en la misma frase), sufrimos mucho.

No os dejéis engañar por la belleza de nuestros grafitis y la mala leche de nuestros cisnes en el Parc Catalunya. Por culpa de la corrupción política, se nos ha llamado la Marbella catalana. Hemos aguantado muchos chanchullos, cientos de "qué hay de lo mío", robos a la caja pública y poses de mafioso en personajes supuestamente respetables.

Sin embargo, no me quiero poner dramática. Los sabadellenses somos los espartanos del Vallès Occidental. Tenemos barrios que harían temblar a la gente del Bronx.

Soportamos obras eternas con la cabeza alta: en la Gran Via, en la Plaça Espanya (aquí llevan levantando cascotes casi veinte años), en el centro...

Ay, las obras del centro. Teníamos un paseo precioso y nos lo han cambiado por una extensión gris decorada con máquinas excavadoras.

Hemos tenido de alcalde a Antoni Farrés, una figura elevada, tanto física como históricamente. Y va, y le homenajeamos con una estatua casi perdida por el Parc Catalunya (el parque de los cisnes furiosos) que parece un moái.

Que no, que los de Sabadell no tenemos mala piel. Nuestra piel resiste lo que sea y es elástica porque nos rebota todo.

sábado, 10 de octubre de 2015

Se le ven las tripas


-Se le ven a usted las tripas.
-¿La tripa?
-No, las tripas. Le veo las entrañas.

Uf, ¡qué vergüenza le dio! Se agachó a recoger los intestinos, el páncreas... Hasta la vesícula parecía a punto de caerse.

-Cuánto lo siento. Disculpe.

-No se apure tanto. No es culpa suya.

Las prisas le pellizcaban y no lograba poner nada en su sitio. La presión no le permitía ni respirar.

-Espere. En realidad sí es culpa suya. Es su agobio lo que ha causado este caos, ¿no? Pues usted es la única persona responsable de sus consecuencias, ea.

Se hubiera ruborizado hasta la nuca si no fuera porque estaba perdiendo litros de sangre. Tenía razón.

Por mucho que hiciera, nada le parecía suficiente.
"Podría haber quedado mucho mejor, menuda chapuza he perpetrado."
"¿Ésto es todo lo que he conseguido hoy?"
"No logro nada."
"¿Cómo puedo ser tan horrible?"
"¿Sólo he llegado hasta aquí?"

Hasta ahora se había fustigado tanto, había corrido tanto que se había quedado sin resuello, sin energía y sin autoestima. Era lógico que se le vieran las tripas. Lo raro es que no las hubiera sacado por la boca.

Ahora debía cambiar de estrategia.

-Me tomaré mi tiempo y lo pondré todo en su sitio.

Se fundió en un abrazo propio y calmado. Acomodó cada pieza con mimo. Aprovechó para hacer limpieza y tiró un poco de bilis. Al final, todo quedó más equilibrado que antes.

-No sé por qué se ha tenido que atormentar tanto, con el buen fondo que tiene. En serio, lo veo desde aquí. Tiene usted muy buen fondo.

No supo si tomarlo como un cumplido o es que la hora de cenar se aproximaba peligrosamente.

miércoles, 5 de agosto de 2015

La juerga de las liebres




Como no sé conducir, esta noche conduzco un Bentley T2 porque me da la gana. Me he echado a las carreteras rurales y a mí casi se me echa encima un grupo de liebres que no sé qué buscan.

De momento se han quedado pasmadas con los faros delanteros de mi coche. El destello rojo e hipnotizado de sus ojos me resulta inquietante. Sin embargo, contrasta con el encanto de sus orejas larguísimas en forma de cucharas artesanas gigantescas.

Este encuentro se produce en la carretera ondulante pegada al bosque. Las liebres asaltan la noche y mi coche. Sin consultarme, desfilan hacia la parte de atrás y comienzan a brincar en el asiento.

“¿A dónde queréis ir, liebres?”, inquiero intentando tomar el control de la situación.

Las liebres resultan ser tan escandalosas como educadas y muestran su gratitud por no haberlas confundido con conejos.

“Muchos creen que somos conejos porque formamos uno de los pocos grupos sociales de liebres que existen. De todos los grupos de liebres, el nuestro es el más agradable y festivo”, proclaman algunas de ellas, hocico en alto.

Cantan y recitan de manera caótica, un oleaje de algodón plateado que se mece al ritmo de las curvas del camino. Improviso una ruta hasta el pueblo más cercano. Sé que allí se celebra una verbena de verdad: con guirnaldas de luces de colores y una orquesta pequeña pero digna.

El Bentley T2 derrama liebres ansiosas en la animada plaza mayor. Se arrojan sobre el ponche, desacompasan a los bailarines e invaden el escenario para morder la madera del acordeón y el violoncelo. Las luces de colores tiemblan y los músicos se cabrean.

Expulsan a las liebres de la verbena y del pueblo.

Tengo sentimientos encontrados de vergüenza y lástima por ellas.

Las llevo de vuelta al lugar donde las encontré. Me regalan una sentida serenata para compensarme.

Les correspondo con una pequeña sesión de luces delanteras. Debo marcharme pero se han ensimismado tanto mirando que no sé cómo despedirme de ellas.