viernes, 27 de febrero de 2015
“Yo nunca” chupando yogures
-Yo nunca -comenzó la Perra Negra- he dicho “no” en tono humano.
El Gato Rubio se inclinó sobre su cuenco de yogur y lo lamió un poco. No le fascinaba el gusto ácido pero tampoco sabía nada mal.
-A mí nunca –la Gata Negra tomó el turno- me han confundido con una magdalena de vainilla.
Con una mueca divertida de falso fastidio, el Gato Rubio volvió a hincar el hocico en su yogur.
-Ahora, yo. –reclamó el Gato Rubio- Yo nunca he sentido interés por un programa de televisión.
La Gata Negra estiró el cuello y abrió mucho sus ojos amarillos. Chupó con avidez su cuenco y, con los bigotes empapados y mucha pasión, dijo:
-El canal por cable para bebés debería llamarse Canal para Gatos.
Y añadió:
-Yo nunca he comido cacas de cabra como si fueran conguitos.
La Perra Negra, con más entusiasmo que vergüenza, atacó su cuenco.
-Yo nunca- anunció relamiéndose- he dado de mamar a un gatito.
El Gato Rubio metió la cabeza en su yogur y la volvió a alzar, orgulloso.
-Yo nunca- el minino torció el cuello, como si no entendiera muy bien lo que iba a decir- he mordido las cuerdas de una guitarra como si fuera Jimi Hendrix.
La Gata Negra rechupeteó concienzudamente lo que le quedaba de yogur.
Todos concluyeron que el juego resultaba muy interesante y volvieron a por más yogur pero sin intención de confesarse más.
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