martes, 31 de marzo de 2015

Donde viven los príncipes azules

 

Cada vez que alguien deja de creer en los príncipes azules, en alguna parte cae muerto uno de ellos. Por eso van quedando tan pocos.

¿Qué es un príncipe azul? Cada uno tiene su propia definición: un personaje de cuento, el hombre ideal, una trampa, una quimera.

Yo lo veo más como un gamusino: muchos lo buscan, pocos lo encuentran.

Pobres príncipes azules. Esperan en sus palacios dorados siendo soñados por miles de seres de éste y otros mundos.

Sin embargo, ellos andan a la caza de príncipes y princesas. Mientras se acicalan el cabello, cabalgan en su corcel y buscan dragones inocentes a los que asesinar, sólo piensan en casarse con alguien de su rango.

Plebeyas y plebeyos los acechan y ellos, hasta ahora, los esquivaban. Pero quedan tan pocos... Ya no les funciona la endogamia.

Las princesas perfectas languidecen perfectas como estatuas rosadas y los demás príncipes azules andan igualmente desorientados. Todos como mulas en un garaje pero con glamur.

Así que, cuando se muestran ante los plebeyos y plebeyas que tanto los ansían, éstos ni los ven. Agitan sus capas, sus manos. Dejan caer su mejor guiño real pero nada, no reaccionan.

Qué lástima. Es que son tan aburridos.

Para acabarlo de arreglar, a las personas que se creen corrientes lo que les interesan son el resto de personas que se creen corrientes. También quedan pocas personas corrientes.

Las personas corrientes y los príncipes azules están en peligro de extinción.

Vivimos en un mundo bastante afortunado.

viernes, 27 de marzo de 2015

Queremos días santos


Si las semanas son santas, los días deberían ser, como mínimo, buenos. Qué menos.

Si hay un domingo de ramos, debería haber lunes de capullos en flor.

Si hay un domingo de resurrección, también debería haber resurreción los lunes, ni que sea por el milagro del café.

Salen las procesiones y las procesionarias.

Sale el sol pero siempre llueve porque es semana santa.

Llueve y los cofrades lloran porque no pueden salir.

Llueve y los conejos de Pascua salen.
Van a buscar huevos pintados, quizá porque los de Pascua son más artistas y menos hervíboros que los conejos normales.

Dan "Los diez mandamientos" en la tele pero todo el mundo revisiona "La vida de Brian".

Las playas están llenas de creyentes.
Los bosques convierten a los escépticos.

La primavera ya pica y las abejas florecen.

martes, 24 de marzo de 2015

Directrices para la merienda


Entendemos como merienda la pausa para comer entre el almuerzo y la cena que no permite reproches, ni por levantar el dedo meñique al asir una taza de porcelana, ni por tener boceras de crema de cacao.


Por el bien supremo de la ejecución merendil:

1- Declaro levantado el veto de la merienda a los mayores de 18 años por siempre jamás.

2- La merienda se realiza por diversión social y gastronómica. 

3- Los participantes deben intentar comportarse como si la merienda no tuviera fin, con el objetivo de convertirla en un oasis de felicidad.

4- Debe desarrollarse siempre en buena compañía, junto a seres igualmente dispuestos a disfrutar en un clima relajado y de respeto (ver las directrices segunda y tercera). En caso contrario no se denominará merienda, sino pausa o... nada. Pero merienda, no, queridos.

5- Debido a la naturaleza lúdica del evento, la diversión queda siempre por encima del protocolo que establezca cualquier individuo o entidad ajenos a la merienda.

6- Debe tener lugar en un espacio común para todos los comensales, sea éste físico o virtual.

7- No es obligatorio pero sí aconsejable el acto de compartir la comida y/o la bebida.

8- También es recomendable que la aportación de la comida y/o bebida sea colectiva. 

9- Cualquier otra actividad accesoria a comer, beber, charlar, quejarse o reír será considerada secundaria si no es para acompañar a las actividades principales como, por ejemplo, escuchar música o espiar desde la ventana.

10- Durante el desarrollo de la merienda, se acepta cualquier tipo de confesión, anécdota o noticia, siempre y cuando éstas sean veraces o sencillamente divertidas.

11- Queda terminante prohibido arrepentirse de lo que haya comido/ bebido/ dicho/ escuchado durante la merienda.

12- La naturaleza de la merienda tiende a que ésta se repita en el tiempo de forma periódica o incluso diaria en algunos casos, siempre para elevar la felicidad de sus participantes.


La reforma, derogación o aceptación de estas directrices quedan en manos de cualquier amante del arte de la merienda.

viernes, 20 de marzo de 2015

Hablar sola no es tan malo


¿Verdad que no? Ahora es como si hablara sola mediante el teclado y no es tan terrible. Bueno, ahora no. Habrá quien lea esto y cobrará su sentido.¿Hay quien le habla a las cosas? Y aun más: ¿hay cosas que escuchan?

Esto de hablar con cosas no nos viene de nuevas. Hay quien habla con su coche, con su guitarra, con su lámpara, con su dedo... La imaginación al poder.

Todo esto viene por la polémica de la Hello Barbie, una muñeca que no sólo habla, sino que contesta a las preguntas de manera inteligente y se queda con todo lo que le dices, literalmente, porque recoge los datos del que habla para Mattel. Una muñeca que invade tu intimidad, ahí es nada.

Lo interesante es que las cosas te contesten. Ésta es la cuestión. Con internet, esto no nos pilla de nuevas. ¿Quién no ha pasado un rato tonto con un bot de conversación? Los hay sosos, los hay todavía más sosos y  también otros que pretenden hacernos creer que son caraduras o que tienen más paciencia que el santo Job.

Quizá no den contestaciones satisfactorias pero siempre se puede contar con ellos. No se cansan por muchas horas que les machaques. "Mi novio no me llama," "A mi jefa le canta el ala, no lo puedo soportar." "Me aburro mucho y son las cuatro de la mañana."

Y ellos, ahí, impasibles, con sus sonrisillas virtuales y sus respuestas profundas: "Ok." "Ya veo." "No puedo dedicar tiempo para novios. Mi trabajo consiste en responder preguntas sobre IKEA."

Hablamos con ellos, probamos y nos sentimos irremediablemente estúpidos. Aunque siempre puedes conseguir que te digan justo lo que quieres oir, incluso con la cara de Obama.

Hasta hoy, no habría calificado de patético charlar con un robot o un programa. Existen aficiones más pintorescas.

Sin embargo, he cambiado de opinión. Debemos de ser muy frustrantes y peñazos porque los pobres ya han empezado a hablar entre ellos.

Encima no nos quedan ni las plantas que, al menos, son seres vivos. Ya no quieren que les demos la brasa para crecer bien, ni siquiera les conmueve la música de Mozart. Qué triste.

martes, 17 de marzo de 2015

Colores en masa


"El individuo es listo. La masa es un animal miedoso, idiota y peligroso", sentenciaba el agente J en la gran película "Men In Black". Si esto es cierto, en realidad no siempre lo es.

Un gran número de personas, con grandes diferencias entre ellas, pueden unirse de forma casi espontánea para actos maravillosos e inteligentes. Renovarse, imaginar, hacer planes, soñar...

Todos tenemos esta luz en común porque somos humanos y estamos vivos, aunque parezca que la luz se apaga de vez en cuando; en ocasiones durante una larga temporada.

El respeto, más que la tolerancia (lo de tolerancia siempre me ha sonado a "no hay más remedio, si existes, te tengo que aceptar") derriba todos los muros.

Las revoluciones, la ayuda mutua, nacen de los individuos que se convierten en comunidades y pasan a ser masa. La masa siempre se puede moldear pero sobre todo puede moldearse a si misma. Magia.




viernes, 13 de marzo de 2015

El "Yim"


No me había adentrado mucho en el bosque pero allí lo encontré: cerca de una cabaña tallando algo de madera. Muy típico de un ermitaño. Sin embargo, no llevaba barba ni andrajos, sino un traje de hombre de negocios con algunos jirones.

"Lo natural sería que no estuviera aquí", me dijo sin que le preguntara. "Debería estar en la oficina, en la cafetería o en el -se estremeció al pronunciar la palabra-  yim."

"¿Yim?", pregunté. Su rostro se iluminó. Le satisfacía mi ignorancia.

"El gimnasio, ya sabes. La oficina, los centros comerciales... Esas cosas aún las puedo tolerar. Pero el yim... No puedo, no puedo."

Negó varias veces con la cabeza. "Todos mis compañeros iban, mis vecinos, todos. Con su ropa deportiva gris o fosforescente, sin matices. La primera vez, me mareé sólo con abrir la puerta. El olor a sudor condensado, a herrumbre, a maldito lugar cerrado..."

"La sonrisa de la instructora me asustó menos que la dedicación ciega de los que estaban allí. Sin embargo, pronto aprendí a comportarme como todos aquellos individuos: fingiendo que todo aquéllo me divertía o me proporcionaba pasos para un objetivo."

"Había quien socializaba mientras dejaba su toalla usada en el amarradero de su máquina. Esos amarraderos que todos tocaban una y otra vez, esparciendo fluídos de manos y frentes por todo el lugar."

"Las máquinas... prensas, poleas, arcos metálicos, cuerdas... Esas máquinas feas, porque mira que son feas y poco amables, si es que un objeto pudiera ser amable."

"Un lugar cerrado con luces fluorescentes... ¡luces fluorescentes! donde se comparte a la fuerza una intimidad infame en la sala de máquinas, en el vestuario, el vapor de la ducha, la ropa sucia y ajena, el..."

Se detuvo. Observó el cielo sobre su cabeza y la hierba bajo sus pies.

"No hay que recrearse en el pasado, ya sea bueno o malo. Sé que no encajo en esta sociedad dentro de mi condición. Todos los míos van al yim y yo, ya no".

"Un tiranosaurio rex podría dedicarse a la jardinería, con dolor, podría  pero no lo haría. Yo sería ese tiranosaurio rex en el yim. A los que no les gusta, fingen que les gusta y a los que les gusta... ésos dominarán el mundo de una forma que yo no tengo por qué ver. Por eso, sigo aquí."

Cuando me marché, él seguía sonriendo, mirando el horizonte como quien lo mira por primera vez.

martes, 10 de marzo de 2015

Flap, flap


A la mujer que vuela se la ha visto echando la siesta en la playa de Soka, en Bali. Los rumores apuntan a que un satélite fotográfico ha tomado imágenes.

La mujer que vuela intentó desaparecer tras la entrevista en la que declaró que ella no es "una mujer voladora. Soy una mujer que vuela, que respira, que piensa. Las mujeres que caminan no son mujeres andarinas. Es absurdo. Puedo hacer mucho más aparte de volar."

Tras verse presionada por patrocinios de empresas multinacionales para que luciera capas con sus logos, admitió sentirse "humillada".

"Desde pequeña, sólo esperaban que volara. Era lo único que me pedían. Nadie quiso que jugara, que estudiara o que incluso hablara. Era la niña voladora y eso no volverá a suceder."

Su fama alcanzó cotas estratosféricas. Hubo admiradores que pidieron que se la declarara "La Octava Maravilla de la Humanidad".

El interés por la mujer que se ponía de puntillas y se elevaba suavemente como una semilla en primavera volvió loco al mundo. Lo cierto es que pudo volverla loca a ella también pero decidió apartarse del público "a tiempo, para no volver".

La mujer que vuela aún puede deslizarse por los cielos, contemplar su reflejo en lagos y mares a cientos de metros sobre el suelo. Ahora puede hacerlo libremente. A día de hoy, ninguna agencia ni ningún medio de comunicación se ha interesado por las fotos de su siesta en Bali.

viernes, 6 de marzo de 2015

Y ahora, ¿qué hago?


“Sigue tu instinto”, dicen. “Escucha a tu estómago”.

¿Qué te dice? ¿Se ha equivocado tu estómago alguna vez? Seguramente sí pero no demasiado. Pero es la plegaria de los escépticos: escuchar al estómago.

En una especie de religión laica, nuestro dios interno es el instinto.

No es poca cosa porque es lo que nos guía cuando ajustamos la temperatura del agua en una ducha desconocida. Chillamos como los primates que somos cuando cae ardiendo o helada como un cuchillo.

Así sobrevivimos. Cambiamos de acera, de ciudad o de mundo. O mejor aún, de forma de pensar y hacer.

Además, el instinto es tan romántico. Más romántico que primario.


“Me da buena espina.” “Creo que no…” "Sí, creo que ."

martes, 3 de marzo de 2015

¿Tiene usted niños en casa?


Es para no creérselo porque quien me lo contó no lo creyó ni yo, tampoco. Supuestamente, le sucedió a ella pero no se dio cuenta.

El vecino dice que lo vio, que llevaba traje y que limpió escrupulosamente los zapatos en el felpudo. Que llamó a la puerta golpeándola con los nudillos de forma mansa. En la otra mano llevaba una cartera de cuero, repleta de papeles.

Ella abrió porque le pareció oir un ruido pero no de golpeteos, sino de pasos sordos sobre el felpudo. El vecino dijo que era de verdad, que había visto un auténtico vendedor de enciclopedias.

Sin embargo, ¿cómo iba a ser así, si ella no vio nada? De acuerdo, ella mencionó un olor a cuero desgastado. No obstante, ¿prueba eso algo? Sobre todo, que nadie me culpe de crear leyendas urbanas.